Cultura
Gesto de caballerosidad.
Gesto de caballerosidad.
Por Juan De Cillis Dorin
En la madrugada del 19 de Abril de 1912, los pasajeros del
Titanic recibían alarmados la noticia de que el barco más fuerte de la historia
se hundía con ellos dentro.
Existen las más diversas explicaciones de por qué la enorme
embarcación, que se decía que era indestructible, terminó hundiéndose. También
se ha hablado del gesto que tuvo el capitán de hundirse con su nave, sobre
aquella pareja de enamorados que a tantas personas hizo llorar en los cines, y
hasta sobre una banda de violinistas que se hundió tocando, pero no se menciono
un grandioso acto de caballerosidad.
El Titanic contaba con una tripulación de 860 personas que,
sumados a los 2787 pasajeros, sumaban un total de 3647 personas de las cuales,
luego del hundimiento y posterior rescate de sobrevivientes, se encontraron
nada más que 2000.
Cuando la noticia del hundimiento corrió por todas las cubiertas
y los pasajeros, desesperados, intentaron correr a los botes de emergencia,
enterándose posteriormente de que estos no daban abasto, las autoridades del
barco debieron “filtrar” y seleccionar (dicho de manera vulgar) quién moría y
quién no.
Como se acostumbraba, primero se seleccionó para que se salvasen
los niños/as y mujeres de primera clase, luego los hombres de primera, luego
los niños/as de segunda y los hombres de segunda y así sucesivamente… Este
sistema de “selección” logró que las
personas que habían pagado pasajes más baratos se revolucionasen e intentasen
tomar los botes, a lo que la tripulación del barco respondió reprimiendo y
bloqueando las puertas de escape.
El barco continuó inclinándose hacia adelante (ya que ahí se
encontraba la pérdida) y la evacuación se desarrollaba según lo previsto, pero
cuando la inclinación comenzó a notarse, y la parte trasera a elevarse, los
tripulantes no pudieron contener más las puertas de escape de la tercera clase
y esta, por la fuerza, tomó la cubierta.
Pero los botes de salvataje ya escaseaban y, al igual que como
se venía haciendo, decidieron embarcar primero a los niños/as y mujeres, pero
esta vez, los hombres no pudieron embarcarse ya que ni siquiera se embarcaron
todas las mujeres ante la escases de botes y, como es reflejado en la película,
muchos terminaron arrojándose al mar flotando sobre muebles.
A la mañana siguiente, al hacerse el recuento de víctimas, se
descubrió que aproximadamente 1600 personas habían perdido la vida, de las
cuales solamente 100 eran mujeres.
¡Un gran y triste gesto de caballerosidad!