Cine
El cine es sueño
Semblanza a Jean Cocteau
Por Tomás Rodríguez
“El cine es sueño”, dijo alguna vez Edgar
Morin. Hablaba también de cómo el espectador era un niño que se sumergía en sus
sueños.
Bella corriendo por los pasillos del castillo. |
Jean Cocteau |
En una de las escenas más bellas de la película,
que transcurre en los jardines donde corre un arrollo de una cascada (que por
otro lado no sabemos de dónde viene) Bella le da de beber en su mano al monstruo.
“¿No te da repugnancia darme de beber?” le pregunta el maldecido príncipe. “No
Bestia, me gusta”, responde la muchacha.
El castillo está lleno de pasos secos, que
se dan entre bustos blancos de mujeres, sombras de rejas caen sobre el piso
negro, y solo en la habitación que la Bestia reserva para Bella hay un espejo.
“Bella, cuando cenes cada noche me acercaré a mirarte, pero nunca debes mirarme
a los ojos” dice Bestia, complaciente, sumisa, ante los gritos de horror de su
amada cautiva. “Bella, ¿puedes aceptar que te mire mientras cenas?”, “Puedes
hacer lo que quieras. Eres el amo.”, “No, aquí no hay más amo que tú”. ¿No es
interesante que esta Bestia no tiene actitudes de Bestia? Uno siente, en todo
momento nada más que lástima por el malherido animal.
La bestia venerando a su amor imposible mientras duerme |
Un servil colaborador de este medio ha
querido regalarles en el día de la fecha, tan solo una impresión. Una impresión
de una obra de un gran autor, la cual fue cabal en la historia del cine de
Europa. Una película en la que nadie creía, pero que terminó por conmover. Como
me conmovió a mí cuando finalmente logré verla.
Despierto del sueño, llorando. Recuerdo a la
Bestia: “Todo lo que hay aquí es tuyo. Expresa todo capricho que tengas. Antes
de irme a dormir, siempre te haré la misma pregunta. Bella, ¿quisieras
convertirte en mi esposa?”, “No Bestia”, “Entonces, adiós bella, hasta mañana”.