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el gran Jean Francois Casanova |
No, no se ilusionen. No es que esté hablando de una “casa de citas”, (a
pesar de que Segundo Piso Ascensor, Casa
de citas fue un espectáculo hecho por los integrantes de Caviar hace años).
Es más bien un cabaret de la onda (aunque menos siniestro) de la película Cabaret
(Bob Fosse, 1972) que haría famosa a Liza Minelli: un espacio reducido,
escenario chiquito, una sala casi intimista; travestis, vedettes, nudistas,
humor exagerado, ridículo, grotesco, risueño, sensual, caricaturesco, vestuario,
barroco, plumas, brillo (bueno, no había tanto brillo en aquella Alemania nazi
que pintaba la película de Fosse).
El afamado grupo Caviar festeja sus 38 años, y los festeja con un espectáculo
absolutamente representativo de su estética. ¿Cuál? La del cabaret, ese género
teatral que nació en las tabernas o bares parisinos alrededor de 1880, y que
tenía la particularidad de que mientras se veía el espectáculo los espectadores
podían comer y beber. Si bien en el Teatro De La Casona la sala está dividida
del bar, esa mística de elegante café donde el espectador podrá tomar algo
antes de pasar a la sala del fondo, actúa como hechizo que transporta a esos
ambientes en los que se instalaba el género. Ya cuando uno entra a la sala se
advierte una música vintage, que
parece salida de un viejo disco de vinilo.
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Walter Soares y su "Tosca" enojada. |
El espacio escénico, reducido y cuyas características impiden jugar
demasiado escenográficamente. ¿Qué hacen teatristas inteligentes como los de
Caviar? Lo que cualquier persona creativa haría: usar una limitación y transformarla
en una virtud. La obra cuenta con más de 100 cambios de vestuario, y estos son
tan impactantes que no necesitan del aporte de lo escenográfico. Podríamos
decir que, al no poder jugársela demasiado en la escenografía, el vestuario
“es” la escenografía. Cuenta, ambienta y adorna tanto como lo haría un trasto,
una estructura o cualquier recurso más rebuscado.
Figuras misteriosas, lujosas pero enmascaradas (las del gran Jean François
Casanovas y Walter Soares, quienes además de intérpretes son los grandes
creadores del espectáculo y ejecutaran sus impactantes sketchs de transformismo) dan inicio al espectáculo, y enseguida
son acompañadas por varias criaturas mitad humano y mitad pájaro, quienes con
su sensual aleteo nos anuncian que el espectáculo ha empezado. A partir de ahí,
¡una desopilante sucesión de pequeñas escenas cómicas! La obra pasa del tango,
al jazz, al bolero y otras yerbas tropicales; es salpicado por la ópera
(imperdibles mini-parodias de Carmen y
Tosca) y flamenco (un brillante Walter
Soares nos regala Yo soy esa,
engalanado como una gitana flamenca de larga cola de volados y abundante
cabellera negrísima). Hay sombras chinescas, coreografías, imitaciones, cuerpos
desnudos (mujeres hermosas y hombres esculturales harán las delicias de
espectadores y espectadoras, quienes pueden re-fritarse en su líbido cada
tanto, alternando con él la catarata ininterrumpida de humor) y lo mejor: en
todo el espectáculo los intérpretes no utilizan su voz. Se valen puramente del
playback, tanto en las canciones como en los momentos en los que “hablan”.
Aquí radica la clave, la inteligencia de su humor. ¿Cuál es el efecto
cómico que funciona en los espectadores que disfrutan de Caviar? Lo artificioso
(inhumano, no natural) que se evidencia en una persona que gesticula exagerada
e hiperquinética (el trabajo gestual de todos los artistas es admirable) un
texto que dice otra voz o una canción que una voz ajena arroja desde los
parlantes, es tan ajeno a la naturalidad con la que se habla usualmente que nos
produce el efecto de lo ridículo y lo hilarante.
Quienes vayan a Caviar se reirán de la forma de las cosas. No de los
chistes. No de una trama (el espectáculo carece de trama, está compuesto de
sketchs, cuadros autónomos) sino del efecto delirante de una fiesta cuya
estética es una permanente reminiscencia, pantomímica, satírica, a las
películas de estudio de los años 50´ y sus divas, a las mujeres tropicales como
Carmen Miranda y sus números de rumba, a las señoras paquetas, a los
radioteatros de los años 40´. ¡Caviar es burbujeante, efervescente, ridículo,
sexy y fantástico! Un espectáculo diferente que ya ha logrado un público
adepto, y que llena salas con un estilo que dudo que se encuentre en muchos
lugares del circuito teatral porteño. La cita es en el Teatro De La Casona
Corrientes 1975, viernes y sábados 21:30 hs. Domingos 20:30 hs. ¡No se la
pueden perder!
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Soares y su "Tina Turner". |
Intérpretes: Jean François
Casanovas, Lola Hunkeler, Walter Soares, Conrado Moressi, Diego Nocera, Fefe
Baldino, Nicolás Arellano, Rocío Fernanda Martínez
Dirección: Jean Francois
Casanovas
Autor: Jean Francois
Casanovas, Walter Soares
Vestuario: Jean Francois
Casanovas, Walter Soares, Marcelo Pendola, Patricia Profumo
Coreografía: Jean Francois
Casanovas, Walter Soares
Títeres: Renata
Schussheim, Fernando Lupiz