sábado, 6 de abril de 2013

Las nuevas "modas" de la Junvetud

Nota de Opinión
El disfraz de la chica del Sábado

Por Lucas Ballar

"El disfraz es un gran tema. En las discotecas, a la madrugada, los jóvenes interpretan, a su modo, un rito” 
Beatriz Sarlo

Que nadie se confunda: esa chica que pasa frente a la barra con el pelo alisado en las puntas, un aro en la nariz, tacos que causarían vértigo a los pocos intrépidos, cuyo rostro engalanado resalta los ojos y la boca causando un efecto algo contrario al de los payasos de un circo, y al marchar al sonido de la música centroamericana agita los pechos que parecen servirse al plato por sí solos y los muslos que se juntan con las nalgas en zonas donde todavía no hay ropa y lo que podría ser ropa interior desde luego ya no lo es, y se entiende la moda del mostrar, del ofrecer, un cuerpo adornado pero que en realidad ni se está mostrando ni se está ofreciendo.

No hay que equivocarse: esa chica no es una prostituta, pues sería un completo malentendido que se la confundiera con una prostituta verdadera, sería como confundir a un niño con el Hombre Araña en una fiesta de Halloween. Esa chica, como tantos otros chicos y chicas, como miles y miles de jóvenes, está usando un disfraz. Entendiendo, aparentemente, los códigos sociales y culturales del lugar en el que vive, en el período histórico en el que vive y con los grupos de personas con los que se interrelaciona; la niña entra en un cuerpo (o mejor dicho su cuerpo entra en otro cuerpo: se disfraza) de manera que ya deja de ser ella y al mismo tiempo nunca deja de serlo.

Por otra parte, su disfraz hace lo que ninguna otra chica en ningún otro lugar haría: su columna vertebral toma una curva pronunciada que sólo sería natural para un levantador olímpico; sus pies bailan sobre todo tipo de área, sea ésta una tarima, una pista o una vereda; sus manos recorren eróticamente el cuerpo de una amiga (que como ella, está disfrazada y practica una similar performance), su hígado ingiere el mismo alcohol que un grupo de tíos borrachos en Navidad, sus rodillas se arquean para dejar el sexo en el piso pero, a la inversa de las míticas chicas de Flores de Girondo, no lo avientan al piso sino que lo acercan meneándolo; sus gargantas gritan como un barrabrava en la final del torneo; su sueño se colapsa pudiendo dormir hasta el próximo fin de semana.

Por momentos este disfraz parece serlo todo, pero es una exterioridad que encarna de ineficiente forma aquella persona que miramos. Tal vez esta forma de auto representarse sea consecuencia de la vida posmoderna en la que los jóvenes de hoy nos hemos criado, fielmente al estilo superficial al que nos acostumbraron políticas neoliberales que han repercutido mucho más de lo que nosotros mismos jamás hubiéramos pensado, acelerando nuestra rutina y nuestros gustos a tanta velocidad que hoy ya parecen históricos los floggers, los emos o los wachiturros, y surgen otros igual de incomprendidos e igual de inevitables. Momentos en los que pertenecer a un grupo, o consagrarse como un gran usuario de las nuevas tecnologías que ya vienen bajo el brazo de los niños que salen de los úteros, o utilizar el lenguaje adecuado, no de la clase social que se representa sino de la que se quiere aparentar personificar, se llevan al cabo con el traje que cada adolescente usa, muchas veces, sin siquiera preguntarse por qué lo usa. Como dijo Sarlo, este disfraz forma parte de un rito muchas veces fácil de juzgar pero casi imposible de comprender. Tal vez seamos una generación que se oculta bajo estos disfraces, tal vez seamos una generación que apueste mayor energía a lo superficial, tal vez seamos una generación que juega a ser otra cosa en su exterior: pero no hay que tener duda de que somos una generación, que probablemente se simbolicen tantos disfraces como tantos sujetos existan porque esta obra, drama o comedia, en la que participamos día a día (como hijos, estudiantes, amigos, novios, etc.) ya es parte de nuestra identidad. Sólo nos queda mirarnos al espejo y descifrar el cuerpo que se esconde bajo nuestro disfraz y descubrir que el único espejo, cuerpo o disfraz es parte de quienes somos, pero nunca alcanzarán a darnos una respuesta completa si lo que realmente queremos saber es quiénes somos.

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viernes, 5 de abril de 2013

Cierra la célebre empresa de videojuegos, 'LucasArts'

Videojuegos

El fin de LucasArts

Por Ariadna Riccitelli

Me gustaría estar escribiendo hoy, acá, para hablarles de que estoy vendiendo unas fabulosas chaquetas de cuero… Pero no, ayer fue un día muy triste para todos los maniáticos pixelados. Estoy escribiendo acá, para hablar del cierre de LucasArts por manos de The Walt Disney Company.

¿Cuántos de nosotros pasamos nuestra infancia siendo escupidos derrotando una y otra vez al Pirata Fantasma Lechuck (luego Pirata Fantasma Zombie, después Pirata Fantasma Zombie Demonio y, finalmente, todas las anteriores intercambiadas y sumadas a una forma humana) en el Monkey Island, volando todo por los aires en el Maniac Mansion, salvando al mundo del Tentáculo Púrpura en el Day of the Tentacle,  armando esqueletos de tortugas extraterrestres en The Dig, entre muchas otras aventuras?

Desde el Maniac Mansion, lanzado en el año 1987 (estrenando el emulador SCUMM) hasta la cuarta entrega de MI, Escape of Monkey Island (muy criticada por los fans devotos de la saga), nuestra infancia-adolescencia se vio repleta de una serie de aventuras gráficas que abrieron y cerraron los ’90 con broche de oro. LucasArts (previamente LucasFilm Games) nos abrió un mundo de sensaciones nuevas y puzles que nos obligarían a sobrecargar nuestro cerebro con estrategias a la hora de dormir, hasta el otro día, momento en el cual se pondrían en práctica las tretas que nos ayudarían a develar los misterios y acertijos de estas aventuras
  
Pero ya no todo son risas y sarcasmo, puesto que anteayer, 3 de abril del año 2013, luego de meses de especulación, The Walt Disney Company decidió sacar a la luz su decisión de cerrar LucasArts y LucasFilms, cancelando también la esperada salida de Star Wars: 1313 y Star Wars: First Assault, además de dejar sin trabajo a, aproximadamente, 150 personas. El “argumento” fue que, al haber tenido tan poco éxito con las últimas entregas de Star Wars, no querían “arriesgarse como empresa”, por lo que, para reducir gastos, ahora se limitarían simplemente a encargarse de las licencias. Lo único que realmente esperamos es que no aparezca Manny agitando su guadaña y diciendo “¡Hola, mi nombre es Manuel Calavera y estás viendo Disney Channel!”

En fin, a pesar de que ya nunca sabremos con total exactitud cuál es el secreto de Monkey Island, ni cuántos hámsters estaría dispuesto a reemplazar (luego de una excursión por el microondas) Ed el Raro, nos quedan los millones de recuerdos que nos llevamos de cada píxel que nos deslumbró durante tantos años.

No queda nada que decir, más que:  ¡Mira detrás de ti, un mono de tres cabezas!

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Trio, comedia gay

Comedia gay, lugares comunes, y una sala incómoda.
Por Tomás Rodríguez

Es lógico que cuando uno va al teatro, por crítico que sea, se siente en la butaca y trate de disfrutar de lo que va a ver, esperando pasarla bien. Bajo esa lente, generosa y que nivela para arriba, muchas obras ganan adeptos a pesar de sus errores. Sea por la idea, como por momentos de los diálogos y situaciones que sean simpáticos, graciosos y ocurrentes, que produzcan risa y complicidad con el espectador (sumando además las interpretaciones de los actores). Tal es el caso de “Trío” una comedia gay de Gerardo Begérez. ¿La idea? Tony decide proponerle a su novio Rocco contactar a un tercero por medio de redes sociales para integrarlo a una sesión de sexo. La tensión que produce en la pareja esta decisión y los acontecimientos que se desatan de esa propuesta son el nudo de la obra.

Una idea muy buena resulta concretarse en algo que por momentos cae en el lugar común. El personaje de Tony, quien tiene a su cargo a “la loca” típica, por tanto y como es usual, la que genera los mayores momentos de risa; una hilera de “cagona”, “boluda” y miles de adjetivos en femenino que son lanzados de uno a otro de los personajes tratando de reforzar innecesariamente su humor gay, su confianza y su vinculo, haciéndonos pensar todo el tiempo “Ajam, son gays”; el tema de la discriminación como una sub-temática que va espolvoreando la obra confusamente y no haciendo pie en ningún lado, ¡Hasta desde la música se cae en el lugar común de los temas festivos típicos! Shania Twain, Britney Spears, etc. son los himnos gay que aparecen abruptamente entre escena y escena (mientras los actores se cambian o mueven escenografía, interrupciones que a veces son interminables.) Incluso en el final, la música (que siempre irrumpe con demasiada brusquedad) parece decirnos imperativamente que debemos ver ese momento como “típicamente tierno”, cosa que arruinará lo que pudo ser una esplendida escena erótica con un desnudo alucinante. La “melaza” estuvo de más. A eso voy con “obviedad”: viene de obv viam, “adelante en el camino”. El camino que la obra hace podría ser más claro. Luego la obra cerrará (¿o no?) en un final innecesariamente intrincado, que no se llega a entender del todo, y que “quiere ser tierno y poético” pero no lo es. Es verdad que quien mucho abarca poco aprieta, y en el teatro esto se ve mucho. ¿Otra prueba? Les aseguro que hay algunos diálogos y momentos que de comunes alcanzan la categoría de “cursis”.



Pero el gran desacierto del espectáculo es la sala y cómo se la usa. Sobre el escenario (del cual solo se usa la mitad de adelante, excepto para la secuencia final) están dispuestas una mesa, dos sillas, y un sillón; a un costado, sobre una plataforma, una mesita cubierta con una tela negra, y al otro lado la “barra o cocina” de la pareja. El espectador sólo puede ver lo que pasa arriba del escenario, los costados le serán difíciles de percibir gracias a las dos columnas a los extremos del escenario, cosa que genera una gran incomodidad, ni siquiera una que pueda ser aprovechada como estimulo al espectador. No. Y tampoco la escenografía parece querer ser “minimalista”. No. Todo tiene la fea sensación de haber sido puesto sin demasiado criterio. Es claro cuando alguien pone pocos muebles porque “eso es lo que quiere”, y esta no es una de esas veces. La escenografía no era “despojada” sino “abandonada” y lo simple y crudo de la iluminación durante toda la obra no ayudó a cubrir o compensar las fallas de lo escenográfico y de la visibilidad que la sala y su utilización complicaba. Aunque quién sabe. Si la intención era que lo grosero de la escenografía transmitiera “crudeza”, algo de eso se logró. Y lo otro, podría haberse logrado.

De todas formas estas cosas sobre las que reparo, que para mí no son detalles para nada, no impiden dejarse llevar por una trama atrapante a pesar de sus imperfecciones; la obra es muy entretenida, llena de momentos muy graciosos, y la reconozco audaz en su temática y su intento de buscar una forma novedosa de abordarla (independientemente de los resultados). Espectadores conservadores abstenerse. Odiarán ver esta obra. Sin otro particular, asistimos con esta y con otras obras que se han estrenado y van a estrenarse en la cartelera porteña, a este nuevo y atractivo género llamado comedia gay. Se destacan la pareja central de Tony y Rocco encarnados en los actores Juanma Gómez Antognazza y  Jonás Elfenbaum. La homoerótica cita es en el Teatro La Comedia (Rodriguez Peña 1062) los lunes a las 21 hs.
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jueves, 4 de abril de 2013

Rilo Kiley con nuevo disco compilatorio, RKives

Rilo Kiley suena de nuevo con material inédito en su disco post-separación, RKives.

Por Jonathan Ilardi (@Gavroulis)

Seis años han transcurrido desde que Rilo Kiley sacara su último disco cuando aún eran un conjunto, y alrededor de dos desde que se separaron. Jenny Lewis y Blake Sennett (los ex-cantantes) comentaron en entrevistas más recientes, que pronto sacarían un compilado de canciones nunca editadas. En 2013 esto se hizo realidad, y el resultado es RKives.



El álbum es una muestra sobre las canciones que no fueron parte de sus principales obras, recorriendo así las diferentes etapas de esta banda de Los Ángeles, mientras por otro lado quedaban formados Take Offs and Landings (2001), The Execution of All Things (2002), More Adventurous (2004) y Under the Blacklight (2007), los cuatro discos que componen su oferta musical. El repertorio sin embargo no tiene un orden cronológico. Claro que esto no impide disfrutar nuevamente de la gran (y hermosa) voz de Jenny Lewis, la cansina e interesante voz de Blake Sennett, y esos ritmos que van desde baladas (Draggin' around, About the moon), a lo country (el caso de Let me back in y Bury, bury, bury another) hasta el pop-rock más simpático (como All the drugs, I remember you, o Patiently.) Pero hay más. Si algo marca con fuerza a los Rilo Kiley, es esa capacidad para ubicar canciones de toda índole en un mismo disco, algo que sucede desde More Adventurous. A través de diecisiete pistas descubrirán (si no la conocían), a una de las propuestas más bonitas de la década pasada; aprenderemos a escuchar variados sonidos en esta obra, y añoraremos (los que conocemos), un regreso algún día de los cuatro integrantes que sepa acompañar musicalmente tan bien nuestras aventuras otra vez.


Rilo Kiley - "Let me back in"

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Liliana Bodoc, un poco de su obra literaria

Literatura
Liliana Bodoc: Memorias impuras

Por Ayelén Araujo

Liliana Bodoc, escritora oriunda de Santa Fe pero criada en Mendoza, traspasa el debate sobre la existencia de la literatura juvenil y compone obras disfrutables sin límite de edad. Sus libros más destacados son los que componen “La saga de los confines”: Los días del venado, Los días de la sombra y Los días del fuego, en los que se narra la conquista de América desde la perspectiva indígena, usando términos metafóricos para representar una historia de pasiones antagónicas. Siempre utilizando una prosa poética que lleva al estremecimiento al tratar temas como la muerte o la memoria colectiva.

Es también creadora de “obras juveniles” como, entre otras, Diciembre, súper álbum (2003), en la que se narra la historia de un personaje de una historieta que llega a su fin, y al mismo tiempo la situación del guionista y el dibujante de la misma, y El espejo africano (2008), que relata la vida o las circunstancias particulares de las personas que poseen dicho espejo, pasando por África, América, Europa e incluso por las manos del general San Martín. Algunos de sus libros están recomendados para lecturas escolares y se agotan con facilidad en las librerías.


Este año nos trae una reedición de su obra Memorias Impuras, que incluye la segunda parte (titulada Los huérfanos) agregada a la trama original (Los padres), donde se relata la revolución que bulle tras la muerte del virrey y la historia de su antigua amante, que fue encerrada y expuesta al repudio que cualquiera que lo deseara puede hacerle.
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martes, 2 de abril de 2013

Nota de Opinión: ¿Por qué escribimos?

¿Por qué escribimos?

Por Santiago Riccardi


¿Pregunta incómoda, verdad?

Hay quienes dicen que escriben por dinero, pero en ese caso… ¿Para qué escribimos?
Más acertadamente, están los que escriben para conocer, para entender, para saber… Pero vuelve la pregunta ¿para qué escribimos?

Partiendo de la base de que escribimos porque queremos, ya que no hay un mandamiento que dice: “Escribirás novelas por sobre todos los géneros”. Se escribe para sobrevivir, por costumbre o inclusive para matar la costumbre.

John Banville confiesa que escribe “para dar territorio porque no se sabe escribir bien”. Mi pasión por la escritura empezó en mi temprana edad de 4 años. Motivado por mis padres, me llevaron a una biblioteca donde se daban talleres de literatura. Nunca me voy a olvidar de mi primera tarea del Taller: “Describir poéticamente tu vida si fueses un león”.

Al llegar a mi casa, le insistí a mi mama que me ayudara a escribir. No conocía todas las palabras, pero desde ese entonces se convirtieron en mis mejores amigas.

Este amor por la lectura llega hasta el día de hoy y cae en la misma pregunta antes formulada: ¿Para qué escribir?

Podría yo contestar esta pregunta diciendo que, escribir, llegó a ser para mí una forma de vida, y que escribo por necesidad, por miedo, por alegría, por tristeza, por injusticia, por diversión o por enojo… Y así nunca terminar esta lista. Pero no le tengan miedo a la escritura. Si tienen ganas de escribir, háganlo y muéstrenlo y así conocerán el poder de las palabras.

Para finalizar, les propongo dos pequeños ejercicios. Son libres de realizarlos así como de no hacerlos. Pueden publicarlos en los comentarios de esta entrada. No tienen límite de extensión ni un minímo, ¡es un simple comentario! Si quieren pueden realizar un ejercicio y el otro no, ¡todo a su libre albedrío! La idea es poder compartir la opinión y experiencia de cada uno, qué opinan sobre la escritura, cuál fue su primer acercamiento a ella... y si no se acercaron todavía, ¿por qué no hacerlo?

1)  Describir poéticamente tu vida si fueses un león.

2) ¿Por qué escribo?


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