Literatura
Diario de una sumisa
Por Ayelén Araujo
Al igual que el
aluvión de vampiros que merodearon (y aun merodean) por las vidrieras de las
librerías y luego de un intento poco fructífero de los demonios y los ángeles
caídos por instalarse como tema para los próximos best-sellers, ahora el
erotismo (canalizado en prácticas sadomasoquistas) invade los libros. A
continuación del éxito de Cincuenta
sombras de Grey, que alcanzó a un público variado aunque mayoritariamente
femenino, Diario de una sumisa, de Sophie Morgan, lo reemplaza en la misma
categoría temática. Los relatos de la novela están basados en las experiencias
personales de la autora.
La historia se
desarrolla desde la adolescencia de la protagonista, Sophie, y su gradual
descubrimiento de sus gustos y pasiones, hasta ahondar en sus vivencias
actuales. Las breves reseñas sobre la vida de Sophie nos permiten
vislumbrar (e incluso ella misma se lo
plantea) la contradicción entre su independencia, primero como estudiante
universitaria responsable y luego como periodista, y su complacencia al someterse
sexualmente a alguien más.
Las experiencias
sexuales (que, demás está remarcar, abundan en el libro), más que ser descriptivas,
tienen su eje en explicar el modo de llevarse a cabo la sumisión en el plano
psicológico, llegando a resultar desagradable el grado de humillación al que se
deja inducir Sophie para permanecer en el juego. Es decir, se enfocan en la
lucha de poder y por mantener el control de la protagonista con su pareja, más
allá de la escena que estén representando. La construcción psicológica de los
personajes la veremos sobre todo a través de estas imágenes, no ahondando
demasiado en ellos excepto en el caso de Sophie.
Diario de una sumisa, como
suele ocurrir con los best-sellers actuales, nos pasea rápidamente por sus
páginas sin ofrecernos un contenido profundo, aunque seguramente varios de sus
lectores se contenten con merodear entre sus líneas para saciar curiosidades.