El fin de LucasArts
Por
Ariadna Riccitelli
Me gustaría estar escribiendo hoy, acá, para
hablarles de que estoy vendiendo unas fabulosas chaquetas de cuero… Pero no,
ayer fue un día muy triste para todos los maniáticos pixelados. Estoy
escribiendo acá, para hablar del cierre de LucasArts
por manos de The Walt Disney Company.
¿Cuántos de nosotros pasamos nuestra infancia siendo
escupidos derrotando una y otra vez al Pirata Fantasma Lechuck (luego
Pirata Fantasma Zombie, después Pirata Fantasma Zombie Demonio y, finalmente,
todas las anteriores intercambiadas y sumadas a una forma humana) en el Monkey Island, volando todo por los
aires en el Maniac Mansion, salvando
al mundo del Tentáculo Púrpura en el Day
of the Tentacle, armando esqueletos
de tortugas extraterrestres en The Dig,
entre muchas otras aventuras?
Desde el
Maniac Mansion, lanzado en el año
1987 (estrenando el emulador SCUMM) hasta la cuarta entrega de MI, Escape of Monkey Island (muy criticada
por los fans devotos de la saga), nuestra infancia-adolescencia se vio repleta
de una serie de aventuras gráficas que abrieron y cerraron los ’90 con broche
de oro. LucasArts (previamente LucasFilm Games) nos abrió un mundo de
sensaciones nuevas y puzles que nos obligarían a sobrecargar nuestro cerebro
con estrategias a la hora de dormir, hasta el otro día, momento en el cual se
pondrían en práctica las tretas que nos ayudarían a develar los misterios y
acertijos de estas aventuras
Pero ya
no todo son risas y sarcasmo, puesto que anteayer, 3 de abril del año 2013, luego
de meses de especulación, The Walt Disney Company decidió sacar a la luz su
decisión de cerrar LucasArts y LucasFilms, cancelando también la esperada
salida de Star Wars: 1313 y Star Wars: First Assault, además de dejar
sin trabajo a, aproximadamente, 150 personas. El “argumento” fue que, al haber
tenido tan poco éxito con las últimas entregas de Star Wars, no querían
“arriesgarse como empresa”, por lo que, para reducir gastos, ahora se
limitarían simplemente a encargarse de las licencias. Lo único que realmente
esperamos es que no aparezca Manny agitando su guadaña y diciendo “¡Hola, mi
nombre es Manuel Calavera y estás viendo Disney Channel!”
En fin, a pesar de que ya nunca sabremos con
total exactitud cuál es el secreto de Monkey Island, ni cuántos hámsters
estaría dispuesto a reemplazar (luego de una excursión por el microondas) Ed el
Raro, nos quedan los millones de recuerdos que nos llevamos de cada píxel que
nos deslumbró durante tantos años.
No queda nada que decir, más que: ¡Mira detrás de ti, un mono de tres cabezas!