viernes, 14 de junio de 2013

LA MÁQUINA DEL TIEMPO [Memoria de divas y capocómicos]

Entretenimiento

LA MÁQUINA DEL TIEMPO
Memoria de divas y capocómicos.


Por Tomás Rodríguez
Cartel de la película "Mercado de Abasto"
Sorprendente, soñado, digno de una novela de Manuel Puig. Es maravilloso, es memoria, es recordar, es traer al presente la etapa más audaz del cine argentino, con el ciclo de cine nacional que se está llevando a cabo en el Teatro y Espacio Multicultural Don Bosco de Bernal (Belgrano 280) los domingos a partir de las 17:00 hs. Con charla debate y reseña histórica a cargo del profesor Fernando San Martín. El material proyectado es material fílmico original en 16 mm con intervalo incluido. Tal y como nuestros viejos y/o abuelos vivían el cine de su época.



La gente entrará a la gran sala del teatro y se le proyectará en pantalla gigante películas clave de nuestro cine nacional. Como el domingo anterior que fue proyectada “Una mujer sin importancia” con la gran Mecha Ortiz (acaso nuestra Marlene Dietrich) dirigida por Luis Bayón Herrera y basada en la obra de teatro del irlandés Oscar Wilde. Este domingo 16 “Las seis suegras de Barba Azul”, con Pepe Arias, película de 1945.
Hasta acá el tan merecido chivo a una actividad cultural tan importante, pintoresca y por qué no, coherente dentro de una atrapante estética del mítico “cine de barrio” que ha desaparecido. Ahora, los quilmeños debemos dirigirnos al gran cine de Showcase en el centro de la ciudad de Quilmes o a Jumbo, sobre Calchaquí, para ver un solo tipo de cine, el cine comercial yankee (tan de nuestro gusto, no digo que no) y alguna que otra película nacional si es muy, muy taquillera (si está Darín, si está Suar, si es una comedia romántica; el lector sabrá disculpar mi ira por nuestro conformismo, válido y legítimo, pero exasperante con nuestro propio cine). ¿Qué pasa? De pronto una alternativa, algo distinto, poco usual. De pronto recordar como era antes, no ya en canal Volver, sino afuera, en un lugar que convoca vecinos, proyectado en una pantalla.
el actor cómico Pepe Arias
¿Con qué compite esta rareza de promete una tarde distinta por tan solo $ 10 pesos? Con grandes efectos especiales, ritmos mucho más dinámicos, imagen mucho más nueva, costumbres y referentes de nuestro mundo conocido e inmediatamente actual. Dura competencia.
¿Pero cuál es su capital? El orgullo. El conocer, el saber que fuimos capaces NOSOTROS de un cine grande. Los argentinos no tuvimos una nouvelle vague, ni un dogma 95 (los cinéfilos más acérrimos me entenderán, los que no lo son, tan solo deben googlear), pero tuvimos directores como Lucas De Mare y Mario Sofficci, Daniel Tinayre (algunos de ellos llegaron a filmar en Hollywood). Más para acá encontramos más grandes: Favio, Torre Nilson, Subiela, Aristarain, Bemberg. Divas como Zully Moreno, Mecha Ortiz, Tita Merello, Nini Marshal. Pero a ver… ¿qué es lo que estoy tratando de decir? Estoy intentando plantear una pregunta, mediante la cual descubrimos cual es el gran valor de que existan estos espacios aunque sea para animarse a asomarse a ellos: tenemos un lugar donde reflejarnos. Donde reflejarnos nosotros, nuestra historia, nuestras costumbres, nuestros modismos. Donde vernos, ¿o parece poco? Encontrar un registro, un espejo done algo de lo que vemos todos los días tenga su representación en el mundo de la ficción. Reconocer algo como propio, ese es el valor de lo nuestro, y eso es cultura.
Zully Moreno en "Dios se lo pague"
El hecho milagroso de que en un lugar como Bernal se abra un espacio así, una máquina del tiempo donde se proyectan los clásicos nos hace reflexionar sobre un problema cultural argentino de toda la vida: creer que lo de afuera es siempre lo mejor. Y es que parece serlo. Las superproducciones de afuera tienen historias más fantasiosas, con más inversiones en producción y despliegue, y su popularidad se desperdiga por todo el mundo, tomando muchas veces a ídolos populares a las novelas best seller del momento como inspiración. Esto es cierto, respetable, y ese cine se ha ganado su público. No estoy ponderando el nacionalismo sin sentido pero… ¿cuándo tendrá peso decir que algo es nuestro? Porque cuando eso sea así, el ser argentino cobrará la dimensión que se merece.
Seguiré siendo habitué de Showcase, pero empezaré a ocupar una butaca en esta nueva y atractiva posibilidad de viajar en el tiempo.  En el Espacio Multicultural Don Bosco, que parece haberse convertido en esos cines de barrio que el tiempo se ha tragado.
Estando en la sala vi que se encontraba una nena de unos trece años mirando admirada como Mecha Ortiz defendía a su hijo con uñas y dientes del villano de la película, y me parece curioso y digno de ser celebrado que algo así pase. Créanme, inculcar el amor por lo nuestro rendirá sus frutos mañana. Gracias Teatro Don Bosco, vuelve a estar la rubia Ortiz proyectada en una pantalla.



 

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