martes, 23 de julio de 2013

Jubilee

Cuando “nada tiene sentido” es mucho más que una frase melodramática.

Por Tomás Rodríguez


Borgia Ginz con su risa horrorosa
Estás a punto de asistir a la Destrucción masiva echa película. Tan destructiva es esta película que tengo que aconsejarte que no esperes principio, ni nudo, ni final, ni causa ni efecto, ni coherencia, ni nada. No esperes. De eso habla esta película de 1977. De que ya no hay nada que esperar.
Te lo explico (si es que hay algo que se pueda explicar como “trama”) cual es la trama. ¿Te acordás de la reina Elizabeth I de Inglaterra? ¿Esa que Cate Blanchett inmortalizó en dos sensacionales películas en 1998 y 2007? ¿Esa que Helen Mirren interpretó en la fantástica miniserie de Hallmark Channel? ¿Aquella de la cual Bette Davis nos mostró su costado más vulnerable y sentimental en Mi reino por un amor? En definitiva, estamos hablando de la gran reina inglesa que con trece o catorce años de edad asumió el trono de una nación abatida por el conflicto y la violencia política, la unificó, asentó la iglesia protestante que había creado su padre Enrique VIII y pasó a la historia como una de las grandes líderes del mundo que condujo a su pueblo a una época de gloria y prosperidad. Esa, esa misma.

 Bod luciendo su corona real
Pero mediante la magia bizarra, kitsch y underground del cineasta de culto injustamente poco reconocido Derek Jarman, la gran reina a la que se suele representar fuerte, inmutable, hasta masculina, hace un viaje en el tiempo a los años 70´ en pleno agite del movimiento punk, fruto del desencanto sobretodo juvenil ante una sociedad en decadencia, con índices de desempleo de los más altos de su historia, donde la juventud  después de estudiar durante años sale a la calle y no logra encontrar trabajo y se ve obligada a vivir de asignaciones estatales. El corazón de la película es el agresivo choque que sufre nuestra monarca (entendamos, una mujer del 1500 y pico, con valores y concepciones de ese momento) al ver que la nación que ella ayudó a llevar a la gloria se retuerce miserablemente en el fango, siendo las pandillas las que mandan en sus calles.

¿Quiénes son los que integran a la pandilla que nos acompañará a lo largo de la hora cuarenta que dura la película? Amyl Nitrate, una bizarra jovencita punk que está obsesionada por apuntar en cuaderno su propia versión de la historia universal; Mad Medussa, una loca piromaníaca; Sphinkx y Ángel, dos hermanos incestuosos; Chaos, con sus labios negruzcos como su pelo y su vestimenta; Crabs, una actriz (según ella) a la que le encanta el sexo (interpretada nada más y nada menos que por Little Nel, la Columbia de The Rocky Horror Picture Show, de donde también está Richard Ó Brian como el brujo de la reina) y Bod, el alter ego punk de la Elizabeth.
Mad
¿De qué “frustraciones” mana la ira de esta juventud? Uno habla de la Inglaterra puntualmente, pero podríamos hablar del fracaso de todo un mundo y una forma de pensamiento. El pensamiento de que existe el progreso. El mundo se derrumba, y la modernidad nos mintió. Hemos crecido pensando que las familias existen para amarnos y educarnos para mejor y para que podamos desarrollarnos como individuos e ignoramos los profundos intereses y luchas de poder que hay de los padres para con los hijos; nos dicen que estudiando llegaremos lejos y todos los días vemos ejemplos en la televisión o en la política de que eso no es cierto; sabemos a estas alturas que la democracia no soluciona nuestros problemas políticos y que el candidato que votamos probablemente sea peor que el anterior; cómo creer en el relato cristiano de que un Dios Todopoderoso nos salvará cuando sabemos que la Biblia no es más que un libro escrito por humanos en contextos seguramente contaminados por intereses sociales y políticos; en qué revolución vamos a creer cuando las ambiciones de los hombres pervierten todas y cada una de ellas y no nos conducen a un estadío superador de nuestra miseria. En este film donde lo punk, lo posmoderno, lo anárquico y lo caótico desfilan sin solución de continuidad, al ritmo de Sex Pistols y The Clash, los protagonistas están llenos de furia, y de ahí se desprende su violencia. Furia por haber creído en un progreso que no llega, porque los valores y el orden que nos han inculcado nos dejan en la calle sin trabajo, nos pegan una puñalada en la espalda, y nosotros hemos confiado en ellos. De todo eso hablan los jóvenes delincuentes de Jubilee, película que a Jarman le valió el odio de los sectores más conservadores de Inglaterra por ser una crítica feroz a su sociedad y también el odio de los punks de aquel momento.


 Amyl Nitrate
Mediante recursos como el videoclip, la estética kitsch o trash, los colores saturados e imágenes pregnantes similares a pinturas (Jarman estaba fuertemente influenciado por sus orígenes plásticos y sus conocimientos de Arte) Jarman nos regala su visión pesimista. Consejo: tomen algo que los estimule, desde vodka hasta café con leche, mate, o té, y siéntense muy cómodamente con la vista fija en el remolino de puñetazos, muerte y destrucción; la película les parecerá insoportable, si, su ritmo es difícil, por no decir que tiene un grave error de falta de síntesis. En mi opinión, vale la pena. Después de hartarnos con sus pandilleros y matones, Jarman nos deja ver el llanto de una pirómana, nos cuestiona “¿qué diferencia hay entre Hitler, Alejandro y Napoleón?”. No por nada Amyl Nitrate, la más llamativa de las punks, es una historiadora. ¿Es la historia como nos la contaron? ¿O debemos re interpretarla, porque es solo un relato? Mad nos dice “¿Existen realmente los héroes?” y en su primer gran discurso, Amyl nos dice “En estos días no se permite hacer realidad los sueños. La fantasía ha sido sustituida por ellos. Películas, libros, pinturas. Lo llaman “arte”. Pero cuando tus deseos se convierten en realidad no necesitas la imaginación nunca más, ni el arte”. A su parlamento le sigue una glorificación de Myra Hyndley, una famosa asesina. La llama “heroína”. Esos son los héroes, no los próceres o  personajes históricos destacados (Además, ¿cuál es la historia? ¿Existe una historia?) si no los inconformes, llenos de furia por las traiciones y mentira, que no escribieron sobre asesinatos, salieron a  la calle a dominarla y asesinar en la vida real. Luego, veremos a Amyl bailar ballet alrededor de una fogata donde se están quemando libros. Simbolismo puro.

 Bod en uno de sus raptos de bandalismo
Los chicos terribles de la peli tratan de triunfar en el mundo de la música y ser estrellas de punk rock, se b aten a duelo con la policía, asesinan o golpean gente por puro placer y tienen sexo desenfadadamente. Serán a lo largo de la película como una hidra de cien cabezas, cada uno de ellos dirá cosas, escúchenlas, aunque parezcan inconexas. Relativizaran el amor, la historia, la paz. Bod, la versión punk de Elizabeth I en la Inglaterra setentista, aparece con una corona real en la cabeza. Ríe y comenta con sus amigos “Es la última moda”. No hay más nobleza, ni ideales, y aquello que fue en su momento un divino símbolo de poder, autoridad y gloria, queda reducido a un accesorio. Por otro lado, al ver a Bod como la “Elizabeth punk”, usando, de hecho, su corona en tono de burla, y cabe preguntarse, ¿Si Elizabeth hubiera nacido en una época más actual acaso no estaría disconforme como los protagonistas lo están? ¿No sería punk?
Al finalizar la película, Elizabeth, una reina nunca antes vista así, derrotada, abatida, melancólica, aun agarrada a la concepción isabelina donde existe el órden y del cual Dios es uno de los grandes factores, se preguntará por dónde esta él, pero en este paraje desolado donde todo es cuestionable, su dios no le servirá de nada y deberá volver acompañada de su brujo y su enana sirvienta a sus pagos. ¿Podemos imaginarnos lo que debe ser para una gran reina como ella contemplar el fracaso de su lucha? No imagino un dolor semejante. Y me río al recordar a Bette Davis en Mi reino por un amor, encarnando a Elizabeth, diciendo que su más absoluto amor era Inglaterra. Imaginémonos como duele el desengaño amoroso no de un hombre o una mujer: de un pueblo entero.

Crabs seduce a Kid, un jovencito músico que sueña con triunfar
¿Cómo me sentí al terminar Jubilee? Cansado, harto, movilizado. Desengañado. Jarman consigue poner a prueba nuestra fe en las cosas, y lo hace con una historia sumamente absurda, de una ironía amarga. Uno de los personajes más aterrorizantes y grotescos, Borgia Ginz, sintetiza mucho del concepto general de la película: “Hasta que la música no esté suficientemente fuerte, no iremos el desmoronamiento del mundo. Esta es la generación que olvidó vivir su vida. Estaban demasiado ocupados viendo mi película sin fin”. Vale decir que la película está muy anclada en el momento histórico en el que fue hecha, y hoy puede parecernos vieja, desactualizada, poco impactante o poco transgresora. Es el precio que ha pagado por gritarle tan alto al oído de una Inglaterra en erupción “No te creo”. Por otro lado, y es una opinión personal… Lo que cuenta tiene absoluta vigencia.

¿Por qué Jubilee? Es una referencia al jubileo, una celebración particular, pero a uno muy especial: al de la reina Elizabeth II, no I, la que reinó en los tiempos de Jarman y sigue reinando aún. ¿Así que quieren celebrar algo, ingleses orgullosos del país? Fúmense esto.
 

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