lunes, 5 de agosto de 2013

La Brújula: “Tirar manteca al techo”

Cultura
Una historia con pocos modales
Por Juan De Cillis Dorin
Martín Alzaga Unzué nació en Buenos Aires durante 1901. Descendiente del renombrado terrateniente: Martín de Alzaga, fue uno hombre que, en su época, dio mucho de que hablar en las cenas de chimentos de las damas de Europa y América de la época.
Desde chico, su padre, lo mandó a los mejores colegios de Argentina…. ¡Y de Europa! Y de los cuales, en su gran mayoría, lo echaron
                                                                                                 

El joven Martín fue un niño revoltoso, para luego convertirse en un joven rebelde cuando, a temprana edad, heredó las fortunas de su familia.
En pocos años logró fama mundial, por llevar a cabo exactamente lo contrario a lo que había hecho su familia los últimos años. En todas las familias “importantes” de Europa y América, se hablaban de los despilfarros y delirios que el joven Alzaga, hacía con los millones que había heredado.
En su vida se dedico a varias cosas, pero una de las que no podría evitar nombrar, fue la de piloto de carreras (y por cierto fue muy bueno) llegando a ganar premios importantes y participar en torneos Estadounidenses  donde muy pocos Argentinos, hasta el día de hoy, lo han logrado.
En 1925, decidió retirarse del automovilismo y se dedico a regentear un cabaret que funcionó muy bien hasta 1928, año en que los gangsters locales, tras varias presiones recibidas, le obligaron a cerrarlo.
A pesar de todo esto, Martin, no sería inmortalizado en la memoria mundial, sino por una frase que hasta el día de hoy se usa: “Tirar manteca al techo”.
En 1931, la crisis azotaba Estados Unidos, pero Alzaga (que continuaba allí) decidió que era el momento para construir el burdel más costoso, lujoso y exclusivo del  ¡MUNDO ENTERO! (Constaba con paredes tapizadas con cuero de zebras cazadas en Africa). Se llamó “El Morocco” y lo frecuentaban celebridades de la época como Marilyn Monroe y Truman Capote.
Se dice que, en el burdel, se acostó con tantas mujeres distintas que, más adelante, se escribiría en su honor el tango “Shusheta”.


En su burdel, Martín tenía la costumbre de, mientras esperaba la comida, pasar el tiempo usando el tenedor como catapulta de los trocitos de manteca (muy cara en aquella época) que disparaba apuntando a los senos de una de las estatuas del local, ¡la cual se encontraba colgada del techo!
La gente comenzó entonces a hablar del despilfarro económico que es significaba y Martín fue cada vez más renombrado. Cuando la gente preguntaba que estaba haciendo Alzaga, y nadie podía responder, se decía que se encontraba: “tirando manteca al techo” en alusión a que debía estar despilfarrando dinero.


 

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