Extravagancias de un prócer.
Por Juan De Cillis Dorin
El palacio San José fue quizás el
edificio más lujoso jamás construido en nuestro país, teniendo en cuenta la
época en que fue hecho.
Su dueño, que fue: Gobernador de
Buenos Aires, Director Provisional de la
confederación Argentina para luego ser presidente de la misma y, además,
Gobernador de Entre Ríos, se llamó Justo
José de Urquiza… escuchaste muchas veces ese nombre, ¿no?
Se rumorea que el hombre tuvo
aproximadamente 111 hijos, de los cuales reconoció 23 (un número igualmente
importante) y que, un día, decidió que era momento de retirarse de la vida
política, construyendo una “casa grande con su primer millón, en donde quepa su
corazón” ¡y sus hijos!, por lo cual, en 1848 comenzaría la colosal construcción
del Palacio San José, la cual duraría 9 años.
La obra fue planeada por dos
arquitectos diferentes (ambos Italianos) y un escultor (hermano de uno de
ellos), además de tallistas, herreros,
pintores y jardineros, todos traídos del extranjero especialmente para esta
construcción. Está equipado con 38 habitaciones de gran tamaño, que dan todas a
dos grandes y lujosos patios; además de: una capilla, dependencias de servicio,
cocheras, una pulpería, un palomar que podía albergar hasta 650 palomas y, para
satisfacer un pequeño capricho del director, presidente, “gobernador x 2”, un
lago artificial de 20.000 metros cuadrados en el cual navegaban veleros de
pequeño calado, y en sus playas se celebraban costosas fiestas.
Por último, su fachada está adornada con dos grandes torres
simétricas (motivo por el cual se le cambio su nombre original “posta San José”
por el de: “Palacio San José”).
Todo esto último nos puede resultar extremadamente lujoso,
caro, suntuoso, y todos los adjetivos que conozcamos, pero, el detalle más
impresionante del castillo, no era ni el palomar ni el número de habitaciones,
ni mucho menos el lago artificial….
El palacio San José, fue ¡la primera casa con agua corriente
en el actual territorio Argentino!
Instalado en el año de finalización de la obra (1857) el
palacio cuenta (¡porque aún funciona!) con un sistema que extraía el agua del
Río Gualeguaychu, situado a 2 kilómetros de distancia, ¡¡y llenaba las fuentes
y baños del palacio!!
En síntesis, podremos criticar del prócer, sus lujos
extravagantes o gastos innecesarios, podemos considerarlo obsesivo en su gusto
por las esculturas (las cuales eran de líderes de otra época, como Napoleón o
Julio Cesar y adornaban los patios del palacio) o hasta podemos criticar su
actuación en la batalla de Pavón, pero nunca se podrá decir… Que no era un
hombre limpio.