Modas
del pasado, en el presente
Por Juan De Cillis Dorin
Es
bien sabido que la moda es un conjunto de fenómenos que perduran a lo largo de
los años, trascendiendo clases sociales y géneros, y adaptándose a la época. En
su conjunto, representan una increíble historia de bipolaridad que pasó a lo
largo de su historia, de un extremo a otro, “atrapando” grandes porcentajes de
la población... Se podría decir que hasta a todos, por ejemplo al decir “yo no
sigo a la moda” o está “de moda”, pero hoy no ahondaremos en razonamientos
filosóficos.
Hoy
la brújula viaja a los orígenes de una moda que tiene aproximadamente 2000
años, sí, ¡dos mil años! Y que, actualmente, si bien mutó en sus “métodos”
continúa siendo furor principalmente en el público femenino.
El
“rubio” es, quizá, el color de pelo más apreciado por la mayoría de las
personas, ya sea por su tonalidad parecida al oro, porque represente la
“belleza”, o porque Marilyn Monroe era rubia, por alguna extraña razón, es la
tintura más preciada por l@s peluquer@s del mundo.
Pero
para encontrar los orígenes de esta moda, tenemos que remontarnos al entonces joven IMPERIO ROMANO.
La
República había caído hacía poco ante Augusto, y el imperio comenzaba ahora su
período más largo. Las conquistas en la región de Britania (actual Inglaterra)
y Germania (actual Alemania, Austria y Suiza aproximadamente) habían poblado a
la capital romana de cientos de esclavas rubias, esposas e hijas de los
guerreros caídos en batalla.
En
Italia, el pelo rubio no era común y, rápidamente, el valor de las esclavas
rubias aumentó consideralmente. Pero, ¿por qué? Eran exóticas; sí, pero ¿eso
las hacía mejores esclavas?
Las
mujeres de las familias patricias no podían permitir que el pelo de sus
esclavas sea más bello a los ojos de sus hombres que el suyo, por lo cual las pelucas
de pelo rubio extraído de las esclavas, comenzaron a ser muy “populares” en las
altas clases de la época.
En
cuanto a las clases menos pudientes, estas no podían darse el lujo de quedar
atrás en imitar la moda de los patricios y, rápidamente, se inventó un método
para que el pelo sea rubio mucho más barato (y menos violento) que el que usaban
las mujeres patricias, dando origen al primer tinte para pelo con objetivos de
“estar a la moda”. Consistía en una mezcla de lejía y vinagre, esta última
puede parecer inaceptable en la actualidad para aplicarse al pelo, pero
seguramente no era lo más “asqueroso” de este tinte ya que el primer elemento
(la lejía) era un compuesto no muy complejo hecho con ceniza (preferentemente
volcánica) y orina que, humana o no, le daba la consistencia líquida a la
lejía.
Los
límites de la moda, no existen… NI EXISTIERON.